LA BRUJA PIRUJA.

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    Eulogio, cuarentón, solitario y borrachín, un día apareció con una mujer en su casa sin saber nadie dónde la había encontrado. Preguntado contestaba que fue cerca de la carretera y que le pidió ayuda al no tener donde ir, que estaría unos días y después se marcharía.
    Eso no fue así y jamás se fue del pueblo. No asistía a misa por estar en pecado mortal al vivir con un hombre y no estar casada con él.
    Era cincuentona, desdentada y fea. Además, vestía de negro, con su pañuelo en la cabeza y hablaba un lenguaje que nadie entendía, tipo gallego o algo parecido. Eso era una dificultad para trabar conversación con la gente del pueblo. Fue tildada de bruja y los niños no nos acercábamos a ella por miedo a ser embrujados o poseídos. Tontadas que nos inculcaban los mayores para meternos miedo.
    Tenía cuatro gallinas sueltas y estas se aficionaron a picar berzas en un huerto de mis padres, a los que no les hacía mucha gracia que picaran sus berzas. Mi madre me dijo que vigilara el huerto y espantara las gallinas a pedradas. Ese era mi juego preferido. Un día le di a una en plena cabeza y cayó fulminada. Al contarlo en casa me dieron un saco y me dijeron que cortara unas berzas y metiera en el saco la gallina para echarla en el pote para dar más sabor al caldo de berzas.
    La supuesta bruja me echó la culpa de la desaparición de su gallina y me quería pegar con una vara de mimbre pero yo corría más que ella y no podía pillarme nunca.
    Una vez me pilló desprevenido y me pegó con la vara. Yo saqué una navajilla que llevaba siempre y le dije: "si me pegas otra vez te rajo la barriga". Se quedó más asustada que yo y no se acercó nunca más a mí.
    Al verme se santiguaba y decía que era un demonio, pedía que me cayera un rayo encima y me dejara tieso y otra serie de amenazas, de esas tan tontas de aquellos tiempos en los que la gente era la mitad analfabeta y no pudo o no supo enseñar nada y todo lo tuvimos que aprender a base de mucho sufrimiento y desengaños en la vida.
Esa extraña mujer
ni era bruja ni era nada.
Vivió con un borrachín
 y nunca fue aceptada.


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