Lo que la noche esconde

El reloj marca las tres de la mañana, a la luz de la luna sus pies descalzos acarician el asfalto una noche más. Siente como la grava  acaricia y a la vez magulla su piel. El viento se cuela entre su cabello moldeándolo a su antojo, las copas de los árboles oscilan suavemente al son de una muda melodía.

Una gran sonrisa se apodera de su rostro, le encanta, adora poder contemplar la belleza nocturna, cree que es un privilegio del que pocos gozan. Desde hace varios meses ella sale por la ventana de su habitación sin que sus padres se percaten de su ausencia.

 Todavía es una niña, pero sabe apreciar el brillo de cada estrella, el ulular de cada lechuza y cada gota de rocío en la madrugada.

  Un coche se acerca pero hoy se siente temeraria, no comienza a correr hasta que las luces la ciegan. Consigue apartarse justo a tiempo, aunque el lateral del vehículo pasa tan cerca que se le levanta parcialmente el camisón que usa para dormir.

     Se gira y recupera  su anterior posición, observándolo alejarse.Una vez que la oscuridad lo envuelve todo de nuevo se acuesta boca arriba, estirando su cuerpo en la carretera. En ese momento sus ojos se cierran, toma una  bocanada de aire y una gran carcajada abandona su boca.

                                   Se siente viva, más viva que nunca.

Las temperaturas eran muy bajas, típicas de una noche invernal, pero su aliento no produjo ningún vaho.